martes, 4 de febrero de 2020

Mi vecino Totoro

Había uno enorme que estaba durmiendo... Mi vecino Totoro:



De qué va?!
Dos niñas se mudan al campo con su padre, para estar cerca de su madre enferma. Allí conocerán a los espíritus del bosque y vivirán aventuras con ellos.

Y... qué tal?! 
Mi vecino Totoro es una de esas películas en las que hay unanimidad y todo el mundo adora. Una pequeña joya cuya sombra se va haciendo cada vez más grande, a la vez que más gente la va conociendo. No sé muy bien qué esperaba de ella, o del propio Totoro. Puede que algo más.
O puede que el problema haya sido yo. No yo por mí, sino yo por mi momento vital. Hay momentos en la vida para todo. No porque de no hacer algo en su momento no lo vayas a poder hacer después,  sino porque hay momentos en que lo que haces, ya sea ver una película, escuchar una canción, leer un libro, ir a un evento deportivo... lo que sea, van a producir en ti un impacto más intenso y duradero.

Probablemente he llegado tarde a Totoro. Mi momento se pasó. Veo muchas cosas que me gustan; la fraternidad, la amistad, la familia... pero principalmente y, por encima incluso de los Totoros, es cómo nos enseña Miyazaki la naturaleza. Como nos cuenta que es algo bonito a lo que no hay que temer. Es algo a descubrir y algo que puede esconder magia. Me gusta la imaginación y el diseño de los personajes. Sobre todo del Gatobus, que me recuerda en parte al gato de Alicia. Pero en general, me parece que es una historia, si podemos llamarla así, muy sencilla. En exceso. Son más bien pequeñas situaciones. Retazos de vivencias y sueños con ojos abiertos. Cotidianidad. Una sencillez maravillosa que rezuma cariño y con la que, con toda la pena de mi corazón, no me he identificado en ningún momento. Probablemente no era mi momento. He llegado tarde a Totoro. O puede que haya llegado pronto. Volveré al bosque más adelante6,5/10

Trailer:


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