No escuches las... Voces:
Daniel, Sara, y su hijo Eric, van a comenzar una nueva vida, en una nueva casa, sin saber que en los alrededores la llaman “la casa de las voces”. Eric es el primero en advertir los extraños sonidos, pero en seguida sus padres también comprobarán que son reales.
Y... qué tal?!
Después de ver Voces se me plantea el dilema del vaso medio lleno, o medio vacío.
Nada más salir de la sala me quedé con una sensación de oportunidad desaprovechada. De estar ante una película que podría haber dado más si hubiera mirado más hacia adentro y no tanto hacia afuera. Si hubiera conseguido su propia voz y hubiera apostado más por un terror más discreto y menos efectista.
Pero con el paso de los días te das cuenta de que la película no busca su propia voz. No se avergüenza de ser un cliché de cientos de historias que ya hemos visto, ni de ser previsible al minuto. Lo que busca es, sencillamente, asustar llevándote a todos esos lugares comunes que ya conoces. Y eso lo consigue. Es una cinta muy efectiva, con guiños y ecos a muchas películas del género que, además, cuenta con unas buenas interpretaciones y nos deja el broche del plano cenital para cerrar el círculo.
Sí, pero, ¿y el vaso? ¿está medio lleno o medio vació?.
Las fuerzas están equilibradas. No hay nada que destaque especialmente, pero tampoco hay nada que la lastre. Sabe a lo que juega y, aunque el ritmo podría haber sido algo más ligero, especialmente para una cinta de poco más de 90 minutos, tampoco se hace bola. Por lo que diría que el vaso está a la mitad. 5,5/10
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