Doce años después de la trágica muerte de su pequeña hija, un juguetero y su mujer deciden acoger en su casa a una monja y a varias niñas que, tras cerrar su orfanato, se han quedado sin hogar.
Y... qué tal?!
Tras la mejorable Nunca apagues la luz, David F. Sandberg, director, sigue creciendo y esta vez si, con un uso bastante efectista de las luces y las sombras, consigue meternos el miedo en el cuerpo y mejorar la primera entrega. Bien es cierto que la película de Annabelle fue flojilla y no era muy complicado subir el listón; pero había que hacerlo. Y para conseguir esto, la película huye del susto fácil y del uso de la música como elemento para asustar al espectador, de hecho, la música acompaña la historia pero pasa muy desapercibida.
Aún siendo mejor que la primera en general, en cuanto a guión se queda más floja y no deja muy claras las reglas demoníacas. ¿Maneja la muñeca? ¿Posee personas? ¿Ambas cosas?. Juega a su antojo y usa todos los recursos que tiene para provocar esa incomodidad en el espectador, aunque algunas escenas y situaciones sean contradictorias. La cosa está en que, como consigue que te metas en la historia, eres capaz de perdonar todos esos fallos y de disfrutar de ella. Otro punto muy importante son las niñas que, como ya pasara en Expediente Warren, no hay una que falle, y destaca en especial Lulu Wilson. La niña que hace de Linda; a la que con solo 13 años ya la hemos visto en Ouija: El origen del mal y Deliver us from evil. Una princesa del terror sin duda. 6/10.
El Universo Warren sigue en expansión y, de momento, mantiene el tipo. Ahora toca esperar a la tercera entrega de la historia principal de los Warren, y a los spin-off de La monja y de Crooked man, personajes que vimos en Expediente Warren: El caso Enfield.
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