Un negro... Infiltrado en el KKKlan:
Ron Stallworth, un policia afroamericano de Colorado Springs consigue infiltrarse en la rama local del Ku Klux Klan, con la ayuda de un compañero judio.
Y... qué tal?!
Ja, ja, qué risa, un negro infiltrándose en el Ku Klux Klan. ¿Sí, verdad?. Pues sí, la verdad es que la película tiene momentos muy cómicos pero, bajo esa fina capa de glucosa, Spike Lee hace un crítica voraz y aprovecha un caso real de los 70 para denunciar la situación que se vive en los Estados Unidos ahora mismo. Cincuenta años después.
La cinta es muy buena por muchas razones; la deliciosa música, las maravillosas actuaciones, la ambientación y el vestuario, el punto cómico que comentaba al principio, y las escenas que te duelen (como la del anciano contando la historia)... pero lo mejor es que no es un panfleto idealista y no se limita a pintar buenos y malos. Evidentemente, deja claro que la lacra y el virus del racismo y la extrema derecha, desgraciadamente, son un mal endémico y deleznable que habita en nuestra sociedad, pero más allá de eso, y gracias a un gran guión, pinta, a través de cada uno de los personajes, todos o muchos de los puntos de vista de los implicados. Desde los más radicales a los más integradores, algunos incluso irreconciliables, pero todos tienen respeto por el respeto. Teje unas relaciones y unos conflictos entre ellos con los que es fácil identificarse y que te hacen pensar. Llama a la concordia con un puñetazo final que te revuelve el estómago y deja claro que no todo es blanco o negro. 8,5/10
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